Alfonso Luengo, Director Gerente de la Fundación Estatal para la Formación y el Empleo (Fundae), con motivo del quinto aniversario de la Reforma Laboral de 2012, que inició una serie de cambios en la Formación Para el Empleo, ha publicado un artículo en el que hace un repaso a estos cinco años, y cuenta una historia que muchos de nosotros hemos vivido en primera persona.
De su artículo me gustaría desarrollar una idea, una propuesta o una intención, no sé cómo calificarla. Habla del círculo virtuoso de la formación para el empleo: certidumbre, inversión, calidad.

CERTIDUMBRE

Un twit, creo que del propio Alfonso Luego, Dedicarse a la formación profesional para el empleo (FPE) en España es, y será, arriesgado, fue el título de un artículo que publiqué en agosto de 2016 cuando aún no se había publicado –y había dudas de que finalmente se publicara- la convocatoria para la concesión de subvenciones públicas del año 2016, para la ejecución de planes de formación, de ámbito estatal, dirigidos prioritariamente a trabajadores ocupados. Finalmente la convocatoria se publicó, pero…

En el presente artículo revisaré tres factores con los que se podría aumentar la certidumbre en el mercado de la formación para el empleo: estacionalidad, legislación y precio. El propósito con el que lo hago es el claro entendimiento que si mejoramos en los mismos, podremos ganar todos los agentes que operamos en el mercado. Y este será el inicio del circulo virtuoso, ya que dando seguridad al sector de la formación para el empleo, y confiando en los profesionales que operamos, propiciaremos un entorno más seguro donde se invierta más y mejor y, en definitiva, aumente la calidad y por tanto mejore la empleabilidad de nuestra población activa y la productividad de las empresas de nuestro país.

Estacionalidad

El mercado de la formación para el empleo es estacional. Imaginaros un trabajador que se queda en desempleo el 1 de enero en cualquier CC.AA. Os pregunto, ¿Cuándo podrá acceder dicho trabajador a un curso de formación?

Me atrevo a contestar, probablemente en su comunidad autónoma, hayan iniciado cursos de formación para el empleo hasta el mismo 31 de diciembre. Los centros de formación tendrán, precisamente en ese momento, las aulas llenas, pero, no podremos indicarle a ese alumno con seguridad cuando podrá acceder a formación ya que desconocemos si saldrá o no nueva convocatoria.

Si nos pregunta ¿cuándo saldrá la nueva convocatoria?, hemos de ser honestos y, aunque tengamos una experiencia de más de 25 años en el sector de la formación para el empleo, tendremos que decir “pues este año, no lo sé,… tampoco”.

Los centros de formación vivimos con esta estacionalidad que nos genera inseguridad y costes. Hay periodos en los que tenemos las aulas vacías y otros en cambio en que necesitaríamos más aulas; en definitiva, tenemos incertidumbre sobre el futuro y además ineficiencias, al no tener una demanda estable, trabajamos por picos.

No obstante, no siempre ha existido estacionalidad. He trabajado en formación para el empleo desde el inicio del FORCEM y, en las primeras convocatorias de formación para el empleo, creo recordar que salían cada 2 meses y posteriormente con la Fundación Tripartita, incluso, hubo en 2011 y 2012 una convocatoria bianual.

No dispongo de los datos necesarios para saber si con convocatorias de formación cada 2 meses ó con convocatorias bianuales, se le da estabilidad al sector, pero si que entiendo que, al menos, son diferentes situaciones e intentos que se debieran de analizar. Disminuir la estacionalidad, lógicamente, da certidumbre a nuestro sector.

Legislación

Estamos en un mercado con una regulación ambigua, la ley 30/2015, en su disposición final novena decía “En un plazo máximo de 6 meses desde la entrada en vigor de la presente ley el Gobierno, en el ámbito de sus competencias, dictará las disposiciones que sean precisas para el desarrollo y ejecución de lo establecido en el mismo”. Curioso comportamiento el de la Administración, ya que no es recíproco, cuando la Administración a nosotros, los administrados, nos da un plazo y no lo cumplimos…

Es cierto que Fundae está haciendo un gran trabajo intentando interpretar la Ley 30/2015 con iniciativas como “los expertos responden” pero aún siendo como es, un agente cualificado de nuestro sector, no tiene fuerza normativa.

Llevo muchos años repitiendo que la formación para el empleo NO es como la formación profesional, tenemos elementos clave diferenciadores; trabajamos con rangos de edad radicalmente distintos, programación diferente, duración y temática dispar, ….

La formación profesional tiene una programación estable, el director de un centro sabe que en setiembre comienza su curso y que, a su vez termina en junio, año tras año. Además, sabe que si este año tienes en el curso n-1, X alumnos, es previsible que esos mismos alumnos más o menos los tendrás el próximo año en el curso n. Además, los tipos de centros en cuanto a financiación están muy definidos: públicos, concertados y privados. Hay prácticas y normas que sí funcionan en formación profesional, pero cuando las administraciones intentan trasladarlas a la formación para el empleo, las diferencias no lo hacen posible o generan disfunciones (fallos de mercado).

Últimamente he añadido otro mantra a mi “repertorio profesional” que repito haya donde puedo, la teleformación NO es como la formación presencial. Aunque parece evidente e incluso ridícula la afirmación, os sorprenderíais del conocimiento existente en la actualidad, por parte incluso de los técnicos de seguimiento e inspección de los planes de formación.

Os pongo ejemplo: en formación presencial una gran parte de cursos se programan de lunes a viernes de 9 a 14 horas; en teleformación es el alumnado el que decide cuando se conecta, la teleformación es como el jingle de ese aperitivo que dice: “donde estés y a la hora que estés”, te puedes conectar 24 horas los 365 días del año. En una reciente inspección, me indicaba el responsable de la misma, que el alumnado no se conectaba de una forma regular, que al acercarse la fecha fin del curso, se conectaba más. No sin cierta ironía le pregunté al inspector si él, cuando era estudiante, estudiaba igual todos los días o estudiaba más al acercase la fecha de examen. En fin, que en teleformación el alumnado tiene un mayor grado de libertad, en cuanto a la elección del lugar, la hora y el ritmo, en el que quiera formarse que en la formación presencial. Con anécdotas como esta podría escribir un libro… de humor.

Precio

En mercado de formación para el empleo es donde nos encontramos los oferentes (centros de formación) y los demandantes. En el lado de los demandantes de formación para el empleo no es tan fácil determinar a los agentes que intervienen, ¿las empresas? ¿los trabajadores activos –ocupados o parados)? o/y ¿la Administración?; en nuestro mercado es importante distinguir entre el comprador y el usuario. Este creo que es uno de los problemas a la hora de fijar el precio. No olvidemos que es en el mercado, donde se determinan los precios. Desconozco si en todas las iniciativas se establecen los precios de forma transparente.

En muchas iniciativas de formación para el empleo, las AA.PP. son el único “cliente”, por lo que el mercado se comporta como un monopsonio, hay un comprador y muchos oferentes, es un mercado de competencia imperfecta. El precio viene determinado por el demandante. Además, la forma que adopta es la de subvención; si introducimos un elemento como el cheque formación ¿no le estaríamos dando más poder de elección al alumnado? Y como hay más estudiantes que administraciones, ¿no sería el mercado más parecido a uno de competencia perfecta… que si no recuerdo mal, es el más transparente?

INVERSIÓN

Es cierto que si conseguimos cierta certidumbre en el mercado de la formación, los agentes que operamos en ella estaremos dispuestos a invertir –tanto en el vector diversificación, como en el vector especialización– y a innovar –tanto de forma incremental como radical-.

Observemos el mercado de los contenidos en teleformación. ¿Cuáles son los mejores contenidos que existen en la actualidad?. Probablemente los de idiomas y, ¿por qué? Porque las empresas que invierten, ven que su mercado no es local, es internacional. Si miramos el mercado de contenidos de los certificados de profesionalidad en teleformación, observamos que hay muy pocos productores y además invierten en los contenidos con mayor demanda –lo cual responde a una política empresarial lógica-. La incertidumbre les impide invertir en la “larga cola”.

¿Merece la pena invertir en desarrollar dentro de una plataforma de teleformación un sistema de intercambio de mensajes? … Nuestro alumnado se comunica con WhatsApp. ¿Qué plataforma de teleformación tiene un sistema de comunicación mejor que WhatsApp? Si supiésemos que no íbamos a tener problemas con las inspecciones ¿quién no usaría WhatsApp en un curso de teleformación?

Para invertir e innovar en nuestro sector necesitamos de las personas que están en primera línea, que visitan empresas conociendo sus necesidades, que están todos los días en contacto con alumnado y conocen sus inquietudes, sus características, sus aspiraciones… he conocido personas muy valiosas que por la incertidumbre del sector lo han abandonado, llevándose toda su experiencia. Una pena.

CALIDAD

La certidumbre y la inversión, nos ayudará, sin lugar a dudas a mejorar la calidad. Pero, ¿qué entendemos por calidad?

En primer lugar, cuando decimos que un centro de formación para el empleo está implicado en la calidad ¿qué estamos afirmando? Afirmamos que ese centro guarda conformidad con los principios de una norma. En la gestión de la calidad sabemos que las medidas preventivas tienen menor coste que las de supervisión y corrección. En este sentido, siempre me acuerdo de un cliente que en su aula de carpintería señala en un gran cartel: “Medir dos veces y cortar sola una”.

Una buena gestión de la calidad implica detectar el error lo más próximo al punto en que se ha producido, para poder introducir en el menor tiempo posible las medidas correctivas. No tiene sentido detectar un error tres años después.

Una buena gestión de la calidad haría que la Administración incrementara su confianza en los centros de formación para el empleo, y a mayor confianza volcará sus esfuerzos en fomentar el circulo virtuoso.

Pero una segunda interpretación de la calidad, quizás menos académica, es la relativa a la orientación al alumnado: cuando el centro comprende y trabaja volcado para satisfacer sus necesidades. Y no lo hace de una forma cualquiera, lo hace de una forma eficiente. Yo lo llamo formación LEAN, el alumnado correcto, recibe la cantidad de formación correcta, en el momento correcto, al coste correcto y por el canal correcto. Esto sin lugar a dudas generará una mayor facilidad para captar clientes para los centros de formación para el empleo, lo que generará más certidumbre y reforzará el círculo virtuoso.

Por último, pero no menos importante, me encantaría saber tu opinión ¿me ayudas a mejorar el circulo virtuoso de la formación para el empleo?. ¿Qué se me ha olvidado? . Ayúdame con tus comentarios. Si crees que le puede servir a más gente, ¿me ayudas a llegar a ellos compartiendo este post en tu Twitter, tu Facebook, tu Linkedin y/o a tus contactos por E-mail?

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