La semana pasada leí tres noticias que me han impactado y que son significativas de lo que ocurre en nuestro sector, y aunque a primera vista parecen negativas, refuerzan mi ilusión. Aunque, a veces el camino parezca difícil, en la formación profesional para el empleo mantenemos la ilusión y superamos los baches.
La primera noticia, hacía referencia a una campaña de publicidad exterior de un centro de formación. Su objetivo era captar agricultores autónomos para cursos de formación y el copy de la campaña decía «me podrán decir feo pero no tonto», la imagen era un individuo de cejas frondosas, orejas de soplillo y gafas de culo de vaso. La segunda noticia, hacía referencia a que un servicio regional de empleo había “descertificado” 1.500 expedientes de formación ocupacional, algunos de los cuales se remontaban al año 2000. La tercera noticia me llegó a través de la lectura de un tuit del Viceconsejero de Empleo y Formación de una comunidad autónoma, en el que se indicaba que en breve se comenzaría a pagar 29.959 becas y ayudas de formación, muchas de ellas correspondientes a 2011.
Respecto a la primera noticia, utilizar una campaña de vallas publicitarias de gran tamaño para captar alumnado y que las vallas generen polémica, mi primera impresión ha sido la sonrisa.
Me gusta decir que en estos 30 años dedicados a la formación profesional para el empleo “lo he hecho todo”, pero he de reconocer que nunca he utilizado publicidad exterior en vallas publicitarias de gran tamaño. Aún recuerdo a un profesor que nos decía que las vallas publicitarias “tienen que ser un puñetazo en el ojo” y que el copy cómo máximo, tuviese 7 palabras. En esta valla, el copy «me podrán decir feo pero no tonto» tiene exactamente 7 palabras y la imagen del individuo de cejas frondosas, orejas de soplillo y gafas de culo de vaso, resulta un puñetazo en el ojo, por lo que clava la teoría de ese profesor. Creo que todos los que trabajamos en formación profesional para el empleo, cuando vemos una publicidad, nos fijamos en los logotipos del anuncio. En esta valla, el único logotipo que aparecía era el del propio centro de formación. ¡Como para no ser así!
Además de ser una publicidad que ha generado polémica, la pregunta que yo me hago, es: ¿cuántos alumnos y alumnas ha captado? Aunque tengo mi opinión sobre la publicidad que genera polémica, mi opinión no es relevante, lo que veo, es un empresario de formación profesional para el empleo que intenta captar alumnado de una forma diferente. Todos los que nos dedicamos a la formación profesional para el empleo sabemos el coste y la dificultad que tiene la captación de alumnado. Y al menos yo, he cometido errores… y también aciertos. He dicho que mi primera reacción fue la sonrisa, pero luego, he visto un empresario con ilusión, que ha intentado hacer las cosas “de otra forma”… si repasamos, por ejemplo, la publicidad que hacemos casi todos los centros de formación profesional para el empleo podemos ver un patrón similar… muchas veces en las propias convocatorias nos dan la plantilla, con lo que la creatividad es limitada. Me produce empatía alguien que es capaz de arriesgar, me recuerda las veces que a lo largo de mi vida he realizado y sigo realizando propuestas –en la captación, en la impartición, en la evaluación… de la formación profesional para el empleo- que se salen del Mainstream, del camino convencional, algunas de las cuales nunca he logrado ponerlas en marcha, otras han sido (grandes) fracasos , y unas pocas han sido éxitos (pequeños). Si tuviese que realizar un Curriculum, seguro que en lugar del apartado experiencia profesional podría uno de grandes éxitos y fracasos. Pero no quiero desviarme del tema, al empresario que ha arriesgado con esa valla, le diría que ¡ánimo! Para dedicarse a nuestro sector, hay que tener ilusión.
Y si dudas de que hay que tener ilusión para no tirar la toalla, piensa en la segunda noticia, la descertificación de 1.500 expedientes, algunos de ellos de hace ¡19 años!, resalto la utilización de la palabra “descertificación”, palabro, que sólo entendemos los que llevamos años acostumbrándonos al “tripartes” el lenguaje que habla la Administración, es un término que en lenguaje llano implica, el inicio de la solicitud de reintegro a la entidad de formación que fue la beneficiaria de la subvención, de cantidades económicas (siempre relevantes) de programas formativos aprobados y ejecutados. Lo curioso de la noticia es que, dichos expedientes realizados, son de hace, reitero, ¡19 años! Yo, que soy precavido y conocedor de la normativa, siempre he trabajado con la siguiente norma, hay que guardarlo todo al menos 13 años, ya que si está financiado por el Fondo Social Europeo, los programas operativos son de 7 años, más 5 de revisión, más 1 de colchón de seguridad. Mi precaución no parece suficiente y me pregunto: ¿Qué hace la Administración Pública revisando expedientes del año 2000? Me da miedo pensarlo, … No pasa nada, si hay que guardar los expedientes 20 años, pues se guardan 20 años, por esto no vamos a perder la ilusión de trabajar en nuestro sector. Esta situación, me ha recordado un chiste, donde llega un nuevo Ministro y ante la falta de espacio, pide que se destruyan los expedientes de hace 25 años. Un funcionario diligente realiza la tarea e informa al Sr. Ministro que todos los expedientes han sido destruidos, pero, por si acaso, ha sacado y archivado una fotocopia de todos ellos.
Sería interesante saber, dados los continuos cambios en nuestro sector, qué porcentaje de centros de formación para el empleo han cerrado sus puertas desde el año 2000. Prometo votar en las próximas elecciones al partido político que proponga crear, dentro de la administración, el defensor o defensora del centro de formación profesional para el empleo.
Respecto a la tercera noticia señalar, estamos trabajando duramente en el plan de choque que incluye la contratación de 157 interinos durante seis meses, para desbloquear administrativamente los 30.000 expedientes de becas destinadas a cubrir gastos de transporte, manutención y alojamiento de los alumnos de formación profesional para el empleo que realizaron cursos entre 2011 y 2016.
¡Leches!, nadie ha realizado el siguiente cálculo: “comparar el coste de trabajo de revisión, con el coste de los alumnos que han solicitado la beca y no se la merecen”. Eso es lo que haríamos en cualquier empresa privada. Por mi experiencia, me atrevería a decir que el 95% de los casos se corresponde con el precio de dos billetes de transporte urbano multiplicado por el número de días en que ha acudido al curso y que además han sido revisadas por algún técnico del centro de formación profesional para el empleo. Las becas no conformes, me atrevo a afirmar, que son menos del 1%. Lo dicho, “matamos moscas a cañonazos”.
Los centros de formación profesional para el empleo, nos preguntamos, ¿cómo influye este retraso en el pago de las becas por parte de la administración en la percepción que tiene en ese alumnado que se acercó con ilusión a nuestro centro de formación para realizar una acción formativa? Los centros de formación establecemos relaciones de confianza con nuestro alumnado, por lo que hay muchos alumnos que nos ponen cara, nos llaman para preguntarnos ¿cuándo nos van a pagar la beca? pregunta a la que no podemos contestar. Quién dice la beca, dice todo aquello que gestiona la administración (fecha convocatoria, gestión de diplomas…)
En definitiva, lo que tenemos son tres noticias del sector que aunque parezcan “inconexas” son a mi entender muy significativas de lo que ocurre en nuestro día a día. Empresarios y empresarias junto con sus respectivos equipos de trabajo, que nos dejamos la piel, intentando captar alumnado a toda costa, empleando con más o menos originalidad todas las técnicas a nuestro alcance para captar el interés sobre nuestra oferta formativa, que intentamos implementar una metodología didáctica exitosa, completar y desarrollar con éxito los planes de formación aprobados, con programaciones, fechas de inicio y fin de cursos, previsiones, evaluaciones, certificaciones, justificaciones, … un sinfín de acciones, para que, por el lado de la administración y nada menos que 19 años después, en el caso más severo conocido, pidan explicaciones de lo acontecido allá por el año 2000, en vez de generar estabilidad y ayudar a los centros a avanzar. Pero todos los días, levantamos las persianas de nuestros centros con ilusión, para trabajar en un sector que nos apasiona, en el que tenemos la suerte de acompañar a nuestro alumnado en las diversas etapas de su vida laboral.
Por último, pero no menos importante, me encantaría saber tu opinión, ayúdame con tus comentarios. ¿Qué se puede hacer para que el alumno sea el centro del sistema de formación profesional para el empleo? y ¿qué se puede hacer para que no decaiga la ilusión de las personas que formamos el sector de la formación profesional para el empleo?
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